A ti te parecerá una tontería
que yo te quiera así...
con esa suavidad
que endulza
la vida
perdiéndome en el abismo de tus ojos,
en la dulzura delicada de unos besos
o en la ternura que descubre una caricia.
...
A ti, te digo,
desde el placer sereno
donde se entretienen tempestades
imaginando otro tiempo entre las rosas;
prestándome al rigor de los afectos
calmando el fragor con inocencia.
La cálida sensación de quien no peca.
Yo, que he jugado con el viento
en la hojarasca
hundida
por la lluvia,
también he exhalado
aroma de azucenas.
aroma de azucenas.
Te descubrí en un inefable pensamiento
mecida en el columpio de una fronda
y me sentí henchida de palabras.
¡Y eras mar... salpicándote mi verbo!
Eras inmenso y yo, las simples gotas.
Digo,
que por este cándido lugar del sentimiento
no consigo ver el mar y sí,
verlo enfadado subido al disparate,
rompiéndose furioso por las rocas.
Tanto he deseado
que me rompa a mí con sus rugidos
consiguiendo que sea yo...
la que se calle,
tire mis versos
y de una vez me adentre
hundiéndome en su misterio
para siempre.
mecida en el columpio de una fronda
y me sentí henchida de palabras.
¡Y eras mar... salpicándote mi verbo!
Eras inmenso y yo, las simples gotas.
Digo,
que por este cándido lugar del sentimiento
no consigo ver el mar y sí,
verlo enfadado subido al disparate,
rompiéndose furioso por las rocas.
Tanto he deseado
que me rompa a mí con sus rugidos
consiguiendo que sea yo...
la que se calle,
tire mis versos
y de una vez me adentre
hundiéndome en su misterio
para siempre.
Elisa
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La palabra es el arrullo de Dios cuando causa una impresión inolvidable.
La mejor dádiva, es haber conseguido que nuestros semejantes se sientan felices, siempre que seamos sinceros con lo que opinamos.
A. Elisa. Lattke Valencia, sólo va pasando como un cometa cada cien años...