lunes, 10 de agosto de 2015

Las cosas que nos pasan

Padecemos de insomnio por ideas
que se muestran al alba con la luz,
y hay sonrojos mirándonos desnudos
con ojeras de gozos poseídos.

Se acompañan las cosas de sonrisas cada día
o de atardecidos amores reposados.
Somos como infantes jugueteando soñadores
con el sabio amor o, el dolor de la impaciencia.
Resentidos o encantados.
Quizás la ensoñación promete algún despiste
elucubrando otros deseos y versos más lúbricos.
Acaso, las caricias y besos al subconsciente
dan redundancias sonoras a la vida...
o, al instinto se hace soñador sin sus viacrucis.
El complemento es la rúbrica.

La pasión nunca ciega y, sí enmudece,
lo hace de alegría y se tapa con las sábanas del alba.
Y la caricia perdida entre ellas
es un preludio de excesos insaciables
entre palabras mudas.

El temor de no ser que se agiganta siendo tan pequeño,
es como beber una copa de vinagre con sed intensa
y aguantarse. Tomar conciencia de otras cosas que sí fueron
ardiendo las entrañas como llamas, ahora cauce, seco.

A veces las cosas que fueron,
ya van pasando mudas, tristes y descalzas;
por padecer desvelos no despiertan a su amante satisfecho;
no duermen y cuentan estrellas en la noche
Van taciturnas y son las cosas que nos pasan.


A. Elisa Lattke