IHay poemas que enciendenlos ojos como ascuas,porque nadie que ama de verdadpuede olvidar su estancia real,su atadura secreta,las hojas del ramaje,la fronda que cobija,el nido que ilusionani el vuelo de esperanza.Nadie que ama de verdad,puede esconderse en el perfil del olvidoy ser desagradecido.
IIQuien sabe amarsabe dónde se abren sus párpadospara recibir la luz de otra alma.No entiende de olvidos,ni de juegos vacuossi sabe de las huellas de las estrellas.No deja de habitar en lo imposibleaunque sea en los silencios;y, en sus adentros, los segundos se cargan de los recuerdos.Dios sigue y seguirá presente en lo aparente del vacío...
De vacíos se llena también la memoria
Porque, quien lo tiene en la loa,lo lleva en el sueñoy en la distancia siempre está.Él es todo tan nuestro como tuyo y mío, si un corazón lo siente.
III
Cada ser que sabe de las almas buenas,se hace faro viejo para su propio naufragio;sin embargo, por creer en lo Eterno,es habitante de su espacio interior donde perdura lo infinito.Mas nunca culmina su búsqueda ni su viaje,vigila el tronco primigenio del árbol y su rama,porque conoce sus fruto y a el se debe;aunque pertenezca al crepúsculo que mira cada atardecer.Se hace su estancia en la costumbre de hacerlo suyo,como habitante de una isla, sorda y muda.Donde el eco de su voz, es el sonido del mar que lo rodea.
IV
¡Ah, eterno argumento,con un lejano murmullo de miríadas de estrellas,¡allí se sigue escuchando el canto del ruiseñor y del jilguero!
“Rani”