sábado, 5 de diciembre de 2015


I
Hay poemas que encienden 
los ojos como ascuas, 
porque nadie que ama de verdad 
puede olvidar su estancia real, 
su atadura secreta, 
las hojas del ramaje, 
la fronda que cobija, 
el nido que ilusiona 
ni el vuelo de esperanza. 
Nadie que ama de verdad, 
puede esconderse en el perfil del olvido 
y ser desagradecido. 

II
Quien sabe amar 
sabe dónde se abren sus párpados 
para recibir la luz de otra alma. 
No entiende de olvidos, 
ni de juegos vacuos 
si sabe de las huellas de las estrellas. 
No deja de habitar en lo imposible 
aunque sea en los silencios; 
y, en sus adentros, los segundos se cargan de los recuerdos. 
Dios sigue y seguirá presente en lo aparente del vacío... 
De vacíos se llena también la memoria 
Porque, quien lo tiene en la loa, 
lo lleva en el sueño 
y en la distancia siempre está. 
Él es todo tan nuestro como tuyo y  mío, si un corazón lo siente. 
III

Cada ser que sabe de las almas buenas, 
se hace faro viejo para su propio naufragio; 
sin embargo, por creer en lo Eterno, 
es habitante de su espacio interior donde perdura lo infinito.
Mas nunca culmina su búsqueda ni su viaje,
vigila el tronco primigenio del árbol y su rama,
porque conoce sus fruto y a el se debe;
aunque pertenezca al crepúsculo que mira cada atardecer.
Se hace su estancia en la costumbre de hacerlo suyo,
como habitante de una isla, sorda y muda.
Donde el eco de su voz, es el sonido del mar que lo rodea.
IV
¡Ah, eterno argumento,
con un lejano murmullo de miríadas de estrellas,
¡allí se sigue escuchando el canto del ruiseñor y del jilguero!

“Rani”

Un lejano murmullo




I

 Hay poemas que encienden
los ojos como ascuas,

porque nadie que ama de verdad

puede olvidar su estancia real,

su atadura secreta,

las hojas del ramaje,

la fronda que cobija,

el nido que ilusiona

ni el vuelo de esperanza.

Nadie que ama de verdad,

puede esconderse en el perfil del olvido

y ser desagradecido.

II

Quien sabe amar

sabe dónde se abren sus párpados

para recibir la luz de otra alma.

No entiende de olvidos,

ni de juegos vacuos

pero sí sabe de las huellas de las estrellas.

No deja de habitar en lo imposible

aunque sea en los silencios;

y, en sus adentros, los segundos se cargan de recuerdos.

Dios sigue y seguirá presente en lo aparente del vacío...

Y de vacíos se llena también la memoria



Porque, quien lo tiene en la loa,

lo lleva en el sueño

y en la distancia siempre está.

Él es todo tan nuestro como tuyo y mío, si un corazón lo siente.


III


Cada ser que sabe de las almas buenas,

se hace faro viejo para su propio naufragio;

sin embargo, por creer en lo Eterno,

es habitante de su espacio interior donde perdura lo infinito.

Mas nunca culmina su búsqueda ni su viaje,

vigila el tronco primigenio del árbol y su rama,

porque conoce sus fruto y a el se debe;

aunque pertenezca al crepúsculo que mira cada atardecer.

se adueña de su estancia en la costumbre de hacerlo suyo,

como habitante de una isla sorda y muda, pervive en el sentimiento,

donde el eco de su voz, es el sonido del mar que lo rodea.

IV

¡Ah, eterno argumento,

con un lejano murmullo de miríadas de estrellas,

¡allí, allí, se sigue escuchando el canto del ruiseñor y del jilguero!
“Rani”

Marinera de sueños

*
Por el alma me tengo,
marinera de sueños,
luminosa y segura
izo velas al viento.
Con los ojos cerrados
indivisa y serena;
en los párpados de agua
se han quedado las penas.
Por mi orilla de ausencias
siempre visto de brisas,
los cabellos al viento
ondulando en la orilla.
Y, de espuma las manos,
y de olas un pecho,
me acaricias el alma
con aromas secretos.
Y rielan fugaces
las miradas de cielos
y tropieza mi asombro,
en tu boca de besos.
Y el velero navega
en su mar de silencios
y sus remos son alas
de batientes consejos.

alv

lunes, 9 de noviembre de 2015

Nunca escribo para mí...

Foto alattkeva: Hojarascas de tilos en otoño
Nunca escribo para mí...
Ya soy mi antología.
¡No me interesa ser más de lo que puedo ser!

No me reconocería si cambio.
Lo hago para la tierra que me apresa
sembrando semillas por barbechos.
Porque soy de un indómito espíritu
que no ignora, que alguna vez fui sol
de media noche y ahora en el crepúsculo;
un rato de ensoñación para una mirada
o harina esperando por la artesa.
 Nunca escribo para mí...
Con esas ilusorias consecuencias
que siempre nos vuelcan su talego
y manejan la vida hasta en su esencia.
-¡Pero disfruta el Ego!




Y, como nunca escribo para mí,
sólo me adueño,
de la belleza oculta de los bosques,
de la desnudez inocente de las ranas,
de los juegos de los duendes en su danza;
que me creen hechicera de unos versos
que se mueren de frío en las mañanas.
¿Quién se cree que escribo para mí?


Si tanto ya se escribe...Y no se piensa,

que la vida es esto que se agota,

mientras sueñas ilusorias sensaciones,
¡convertidas en mares sin gaviotas!
¡Escribo para ti, Tú, ya lo sabes!

Australia Elisa Lattke Valencia en: "Ranita Azul"

Inexistencia

Foto alattkeva: Hojarascas de tilos en otoño
Nunca escribo para mí...

¡No me interesa!

Soy antología.

Lo hago para la tierra que me apresa
sembrando semillas por barbechos.
Porque soy de un indómito espíritu
que no ignora, que alguna vez fui sol
en el crepúsculo;
un rato de ensoñación en mi mirada
o la harina esperando por su artesa.
Nunca escribo para mí...
-¡Pero disfruta el Ego!
Con esas ilusorias consecuencias

que siempre nos vuelcan su talego

y manejan la vida hasta en su esencia.

Y, como nunca escribo para mí,
sólo me adueño,
de la belleza oculta de los bosques,
de la desnudez inocente de las ranas,
de los juegos de los duendes en su danza;
me creen hechicera de unos versos
que se mueren de frío en las mañanas.

¿Quién se cree que escribo para mí?

Si tanto ya se escribe...Y no se piensa,

que la vida es esto que se agota,
mientras sueñas ilusorias sensaciones,
¡convertidas en mares sin gaviotas!

Australia Elisa Lattke Valencia en: "Ranita Azul"

jueves, 29 de octubre de 2015

Levedad del alma

Como cascada de pensamientos en ella está mi Hacedor y  en su inmensidad, la derrama. *alv
Foto: alattkeva (Praga- Sept/2015
¡Cúbreme tiempo y razón,
despejando mi camino;
cúbreme juicio y destino
de placer mi corazón!
Y, cúbreme la sazón
descubriendo qué me cubre,
bueno por ser salubre
al no sentirme desnuda;
pues el alma no lo luda
ni el amor... que ella descubre.
Como pompa de jabón
presa de fugaz vuelo,
iluminase mi cielo
cubierta de su ilusión.
Y, dentro de mi mansión,
me eleva como burbuja
y por el aire me empuja
en su justa levedad...
¡Ah, Señor, tened piedad
del alma de mi cartuja,
que por más que ella se eleva,
mi cuerpo, la luna embruja!
"Ranita"

miércoles, 14 de octubre de 2015

 Foto: alattkeva (La Herradura-Málaga- España/2014, al alba)

Dios siempre traza curvas, rectas y ángulos,
pero sobre todo el espiral donde la vida trasciende;
para saber llegar de nuevo al mismo punto de partida. (alattkeva)

***

Me toca a mí, hablar...
Podría ser un estudio interesante
traspasar la luz y la voz de las hojas.
Dios lo hace a menudo y nos cautiva.
Cualquier explicación que dé, es un sueño consciente.
Es como la distancia y su cercanía,
la luz y las sombras vistiendo la arboleda,
la mar con su mirada hecha de oleajes... avanzando,
guardando sus terribles idilios de ternura.
Por esto y tantas cosas más,
tú, lo llamas 'Dios', como te gusta;
yo, le llamo como lo siento en ti:
con su monólogo mudo,
en el ser que te percibe
y se angustia, alegra, reconoce y se descubre...
Enamorado 
¡Me toca a mí decirlo!
Enséñame tu cielo en mí!
O, si lo prefieres, atrapa un pensamiento de arena...  
¡Y cuéntalos con su mar de ideas!
¡Son tantos los que se callan,
callamos y se guardan!
Porque, Él, está en todos. 
Se reconoce y nos reconoce en la geometría de los silencios,
y en el amor que nos calla y nos que callamos.
*
A. Elisa Lattke V.

Me toca hablar a mí...

 Foto: alattkeva (La Herradura-Málaga- España/2014, al alba)

Dios siempre traza curvas, rectas y ángulos,
pero sobre todo el espiral donde la vida trasciende;
para saber llegar de nuevo al mismo punto de partida. (alattkeva)

***

Me toca a mí, hablar...
Podría ser un estudio interesante
traspasar la luz y la voz de las hojas.
Dios lo hace a menudo y nos cautiva.
Cualquier explicación que dé, es un sueño consciente.
Es distancia y cercanía,
la luz y la sombra vistiendo la arboleda,
la mar con su mirada hecha de oleajes, avanzando,
guardando sus terribles idilios de ternura,
lamiendo la arena de su orilla.
Por esto y tantas cosas más,
tú, lo llamas 'Dios', como te gusta;
yo, le llamo como lo siento en ti:
con su monólogo mudo,
en el ser que te percibe
y se angustia, alegra, reconoce y se descubre...
Enamorado

¡Me toca hablar a mí!
Enséñame tu cielo en mí!

O, si lo prefieres, atrapa un pensamiento de arena...
¡Y cuéntalos con su mar de ideas!
¡Son tantos los que se callan,
que callamos ya se guardan!
Porque, Él, está en todos.

Se reconoce y nos reconoce en la geometría de los silencios,
y en el amor que nos calla y nos que callamos.
*
A. Elisa Lattke V.

lunes, 5 de octubre de 2015

Insaciable (Liras)

    *Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacara en mí la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento
"Lira es un tipo de estrofa de cinco versos de la métrica española e italiana, compuesta de tres versos heptasílabos (siete sílabas) y dos endecasílabos (once sílabas) con la siguiente disposición: 7a 11B 7a 7b 11B (Rimas)".

Me gusta ser amada,
por ese sentimiento que me tenga
la vida en su jornada,
un bien que me sostenga
la caricia, su beso y me entretenga.


Si su fuego transforma,
termina con la sed, sacio pasiones
y pone el cuerpo en forma,
¡batiendo corazones
en renuevo, festejo mis razones!
Dame, musa, pasión
para sentirte más de lo que quiero;
y a mis versos un don,
para cantar ese son
de luna, sol y un mirar de lucero. 

"Ranita"

sábado, 3 de octubre de 2015

No me extraña verme

No me extraña verme
observando a diario,
el tic-tac del tiempo
midiendo mi horario.
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No me extraña verme
entre tanta angustia
sentir la caricia
del alma en penumbra.
O, ver por mis sueños
quién me espera sola,
con su amor de siempre
por charcas y frondas.

¡No me extraña verme
abrazada a un sueño,
resaca de insomnios
frenesí de empeños!
Por si la palabra
me deja desnuda,
sin plumas, sin alas,
tampoco me asusta.

El único sitio
que encuentro en la vida,
es reflejo eterno
de una luna mía.
Y si fuese poco
decir que la quiero,
aquí ya lo afirmo
de diciembre a enero.

¡Pero, cuanto alegra
sentir por el verso,
los duendes azules
y allí... ya me pierdo!
No me extraña verme,
-lo dice una estrofa...
y el tic-tac del tiempo
llegando a la aurora.


Australia E. Lattke V. en: "Ranita Azul"




lunes, 10 de agosto de 2015

Las cosas que nos pasan

Padecemos de insomnio por ideas
que se muestran al alba con la luz,
y hay sonrojos mirándonos desnudos
con ojeras de gozos poseídos.

Se acompañan las cosas de sonrisas cada día
o de atardecidos amores reposados.
Somos como infantes jugueteando soñadores
con el sabio amor o, el dolor de la impaciencia.
Resentidos o encantados.
Quizás la ensoñación promete algún despiste
elucubrando otros deseos y versos más lúbricos.
Acaso, las caricias y besos al subconsciente
dan redundancias sonoras a la vida...
o, al instinto se hace soñador sin sus viacrucis.
El complemento es la rúbrica.

La pasión nunca ciega y, sí enmudece,
lo hace de alegría y se tapa con las sábanas del alba.
Y la caricia perdida entre ellas
es un preludio de excesos insaciables
entre palabras mudas.

El temor de no ser que se agiganta siendo tan pequeño,
es como beber una copa de vinagre con sed intensa
y aguantarse. Tomar conciencia de otras cosas que sí fueron
ardiendo las entrañas como llamas, ahora cauce, seco.

A veces las cosas que fueron,
ya van pasando mudas, tristes y descalzas;
por padecer desvelos no despiertan a su amante satisfecho;
no duermen y cuentan estrellas en la noche
Van taciturnas y son las cosas que nos pasan.


A. Elisa Lattke

martes, 28 de julio de 2015

Los hijos

2013/ foto

Allí están ellos... enfrentados al futuro de sus vidas. Son dos de mis cuatro hijos, son hermanos y conversan de sus pasos por ella. La mayor llena de Amor y resolviendo proyectos para llenarse de conocimientos; el otro, afianzando su realidad con lo que tiene que ya es bastante por lo aprendido, pero aún no se llena, sigue soñando buscando hasta hoy el Amor verdadero, el equilibrio basado en la entrega y la sinceridad de una pareja. ¡Dios, has de ello una realidad! (alv)


domingo, 28 de junio de 2015

A cualquier hora


Mis pensamientos -si no los escribo-,
son atraídos por la luz como las polillas,
chisporrotean por un rato y mueren.
Seguro que no son importantes.
¡Mueren demasiados todos los días! (alv)

A cualquier hora,
se siente la vida entre velados sentimientos,
con las manos atadas y el corazón frío.
En cualquier instante,
te meces en las estrellas;
y hay caricias de agua mansa en ardentía.
A cualquier hora, vives de prestado.
Nos vacían el alma de la entrega y se hace espera,
besas la nada, sin mar y sin riberas,
y te abrazas a la vida en lejanías.
¡A cualquier hora se nos pierde todo!
Mas, sí hay aroma de yodo
sientes su sabor a salobre, desnudas al silencio
para amar la víspera y disfrutas con sus vaivenes,
escribiendo a la luna poesías.
No importa las horas,
ni que el reloj biológico
estremezca,
o que se escuche el jadeo del agua por la orilla... Aún se respira...
Un pensamiento anfibio y lacustre, salta febril
en las tardes calurosas. Siempre espera,
lo mismo que las sombras abrazadas a las cumbres, con su pashmina de estrellas.
Deseas ver la lluvia de hojas otoñales,
sentir croar a las ranas;
subir a los juncos.
Y, a cualquier hora, insistes en soñar de nuevo.
Asaltan los recuerdos,
van recorriendo la piel con sus sudores veraniegos,
con soles incandescentes e iracundos,
enseñando su rojizo y rabioso horizonte.
Algunos, se van dando un portazo,
levantando bandadas de estorninos en vuelos.
Entonces, el tiempo se cuelga de un suspiro,
y pedimos misericordia a la vida y, al Amor, más, y más,
o, ¡que venga ella, sí, que venga y no tarde!
Total: todos la esperan...
¡A cualquier hora!

A. Elisa Lattke V.

sábado, 25 de abril de 2015

Estaría como la lluvia, si pudiese...

foto: alattkeva

Estaría si pudiese
en las noches de tus noches,
pero estoy en las cosas que son y las que fueron,
porque estoy y estaré a la distancia del recuerdo
abrigando la ilusión de un viejo pensamiento.
Se está en el derroche cuando late
lo que alberga cada sueño.
Porque soy de los momentos temerosos
perdidos por el alma e infrecuentes;
porque estuve y estaré en la tempestad bajo lluvia
rompiendo las tinieblas con mis truenos
y aguacero de amor para empaparte.
Mendigaría el pan de la eternidad
dejándome caer en un arrullo por la estación del tiempo,
balanceándome en el filo de las palabras nunca dichas,
teniéndote al lado, cercada de tu aliento.

¡Claro que estaré en el velamen
el que nos lleva a cada puerto vacío
para empezar de nuevo!

Porque soy como un verbo transitivo y recíproco,
partícula de vida, viajera por en la corriente de la sangre
precipitándome con el alma por los cuerpos,
remando por la corriente de la vital
con la necesidad de ser... amanda.
zarpando el pensamiento a un nuevo ocaso.
Mas, dime tú, si podrías estar también en mis mañanas
como la lluvia, si pudiese.
Y sé que me empapas de silencios.
Estoy en el lugar preciso donde fluye el llanto,

A. Elisa Lattke V.

martes, 24 de febrero de 2015

Dueño del mar



Bullente ves la mar con avaricia
calmando su fragor en la tormenta
y sientes en su impulso qué lo enfrenta
al dulce palpitar de su delicia.

El quiere retozar en su codicia
y agita revolviendo y se acrecienta,
buscando del amor lo que lo alienta
del alma de una vida que acaricia.

¡Oh, mar de los ensueños, mi locura,
bravío en tu vaivén meces mi sueño
llevada en oleajes de dulzura!

Me atrae tu compás de mucho empeño
haciendo que me llene de ternura
y piense en el placer por ser mi dueño.

A. Elisa Lattke Valencia en: "Don Anselmo"



lunes, 12 de enero de 2015

Serena gratitud




Me sé un poco menos cada día  
y no trasciendes en este mundo
por ser como el ritual de un desafío, 
donde el eco lo acapara el viento  
extrayéndolo como sea, por el contorno de las piedras. 

En esta serena gratitud 
se estremecen las formas de la vida 
y los astros lo agradecen.
Estamos hechos de lo mismo. 

Me sé eso de ser un poco menos, 
porque ya no me interesa madrugar cuando amanece 
y, acá por mis adentros, lo esperé todo. 
¡Aún sigo pensando si la luna bajó alguna vez  
de tanto amar su cielo y, esplendorosa, 
descolgándose en sus luces, exploró 'mi charca', 
sumergida en ella entre los lotos. 

Pareciese que olvida que se viaja en los retratos, 
enredada en las redes e instalada en las palabras.  
Si, no ambiciono más que las lágrimas de lluvia 
deslizándose de los faros de sus ojos; 
su caminar en la distancia por pensamientos escritos 
o ser del argumento acertado para sus noches tristes.

Me sé del tiempo
 vibrando en los cristales
por el viento,
con la mirada perdida entre la lluvia, 
y me sé del olvido polvoriento de mis poemas desorientados, 
seguro que llevo alguna razón que los provoca.

¡Es que tejo con ellos los crepúsculos 
pero también los astros me sienten,
por esta serena gratitud 
que me enseñaron las piedras en silencio!



Autora: alattkeva