Me sé un poco menos cada día
y no trasciendes en este mundo
por ser como el ritual de un desafío,
por ser como el ritual de un desafío,
donde el eco lo acapara el viento
extrayéndolo como sea, por el contorno de las piedras.
En esta serena gratitud
se estremecen las formas de la vida
y los astros lo agradecen.
Estamos hechos de lo mismo.
Estamos hechos de lo mismo.
Me sé eso de ser un poco menos,
porque ya no me interesa madrugar cuando amanece
y, acá por mis adentros, lo esperé todo.
¡Aún sigo pensando si la luna bajó alguna vez
de tanto amar su cielo y, esplendorosa,
descolgándose en sus luces, exploró 'mi charca',
sumergida en ella entre los lotos.
Pareciese que olvida que se viaja en los retratos,
enredada en las redes e instalada en las palabras.
Si, no ambiciono más que las lágrimas de lluvia
deslizándose de los faros de sus ojos;
su caminar en la distancia por pensamientos escritos
o ser del argumento acertado para sus noches tristes.
Me sé del tiempo
vibrando en los cristales
por el viento,
con la mirada perdida entre la lluvia,
vibrando en los cristales
por el viento,
con la mirada perdida entre la lluvia,
y me sé del olvido polvoriento de mis poemas desorientados,
seguro que llevo alguna razón que los provoca.
¡Es que tejo con ellos los crepúsculos
pero también los astros me sienten,
por esta serena gratitud
que me enseñaron las piedras en silencio!
Autora: alattkeva
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La palabra es el arrullo de Dios cuando causa una impresión inolvidable.
La mejor dádiva, es haber conseguido que nuestros semejantes se sientan felices, siempre que seamos sinceros con lo que opinamos.
A. Elisa. Lattke Valencia, sólo va pasando como un cometa cada cien años...