jueves, 2 de enero de 2014

Son sólo palabras


Amor, mis días son antiguos y ancianos por tiempo cronológico;
son pulso de mis noches en danza sempiterna
hay viento por las ramas y un vuelo confesado.
Mañana, no estaré y al horizonte, querrás saber quién vuela.
Mis huellas de incontables caminos son sueños desolados,
música de un tiempo a la sombra de mi estrella
que a mi crepúsculo, devolverá su límite pausado
en la luz de su imagen femenina de amor, como era ella.
Será como en todo. Rondarán pensamientos,
preguntas, dudas, desencantos, sueños y deseos;
palabras de la mano, mitades que se quedan,
algunas serán fuego vibrando por la sangre
y otras, remembranzas, mandamientos y promesas;
temblores y agonías con música de arpa.

En algún recodo de mi yo, verás al viento lamiéndome las alas
queriendo dar un vuelo allí dentro del ojo
fundiéndose en el ámbar. No podrás eludirlo.

Amor de mis estancias donde mi tiempo habita,
te hago de mis sílabas brillante luz al alba;
por eso las moldeo, las siento por mis manos,
ondulan en la sal con el vaivén del agua.

Allí estoy siempre y nunca tú me olvides
pues soy una gaviota encima de una barca,
navegando al sol de un tiempo que fue viejo
colmándose de otoños su yugo de nostalgia.

Nuestro oficio es remontarse por los sueños
o ser una rosa ardiente o la paloma blanca,
un bálsamo en el lecho con humo del incienso,
retazos de recuerdos, la magia de las hadas
dejando a las estrellas un beso a la distancia.

Amor, así canta la tierra en niebla de mañana
pero sólo cuando llueve la sinrazón domina;
y un corazón que late, sacude su recámara
en silabeo desnudo de luz donde recoge
la ondulación vibrando allí donde respiras,
de las fragantes hierbas hechizos que dejara
a la orilla de un valle donde sentí tu estancia...
¡Mas fue gleba en poesía y se extravió mi alma!

Amor, recuerda: ¡Son sólo palabras!

Elisa
2010
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Las ranas saben, los hombres piensan, el aire lleva, los sueños quedan; mas un silencio todo lo encierra. (Elisa Lattke-09)

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La palabra es el arrullo de Dios cuando causa una impresión inolvidable.
La mejor dádiva, es haber conseguido que nuestros semejantes se sientan felices, siempre que seamos sinceros con lo que opinamos.

A. Elisa. Lattke Valencia, sólo va pasando como un cometa cada cien años...