La mañana de un día más,
quizás uno cualquiera
sin importancia,
¡qué más da!
La lluvia sigue
y se acompaña con la intermitencia del limpiaparabrisas.
El tiempo reta al horario de los previstos atascos.
"Los gorrillas" se reparten los sitios de aparcar,
doy un euro porque "es la voluntad"...
Lo miran y me miran con asco, me bajo y miro el auto,
pienso que es como los pasajeros, mi marido y yo, que van en el.
Me falta sólo imitar a *"los gorrillas" , mirar con asco el viejo auto.
Llueve a cántaros y el viento dobla el paraguas.
Ya en el lugar, medio empapada y con fiebre,
me brindan un caramelo
y un café en la Sala de Espera,
¡por Dios, qué lujo! -me digo sorprendida.
Muchos rostros miran sin mirar y el mío, como los ajenos, sabemos...
Recibo el caramelo "por si hay tos", -me cuenta la señora de al lado.
Pienso para mis adentros, que se trata de "una dulce toma" y sonrió.
-Aún hay humor dentro de mí. Eso es bueno.
El tiempo transcurre hasta que digan mi nombre.
Muchas cabezas rapadas, otras cubiertas,
pero las de los niños me conmueven...
¡Daría mi vida, si la tengo perdida!
alattkeva/2014
*"Los gorrillas" es el apelativo que les dan a los aparcacoches de la calle