-Oye, Tú...
¿Yo?...
-¡Sí, tú, que dices saber tanto!
¿Sabes de que están hechos los sueños en las ramas de los árboles,
y porqué las hojas sólo se caen en invierno cuando el viento las azota?
-¡No!
Tampoco sabes porque vive el amor hasta que dejas de existir, me supongo...
-¿Por qué me lo preguntas?
¡Es que has estado allí siempre observándolo todo!
-¡Siempre, no!
...
Mira, es mejor que te dejes deslumbrar del sol al atardecer para mirar al lado opuesto,
porque cuando amanece y tienes una mañana de atascos mentales, no puedes manejar la muchedumbre de pensamientos, puede ser muy complejo si todos se ponen de acuerdo y la arman.
Algunos son unos descerebrados.
-¡A mí qué me dices, si parece que eres tú quien lo sabe todo, se te olvida que ya no pienso, no veo, no siento, estoy muda, perdí toda facultad, soy de mármol, una piedra más!
¿No te brota el temor de no ver cómo florecen los naranjos que has dejado de ver con los años? Percibir el aroma de azahar que se esparce por las avenidas, mientras estás allí como un pasmarote y cómo el tiempo se convierte en gélidas bocanadas de eterno invierno; donde buscas un beso o alguna caricia ajena a otros pensamientos que no sean los de posesión para servir al mundo?...
¡Ah, veo que es inútil hablarte, pensar que este universo inmediato le dé por convertirnos en alguna estrella fugaz y desaparecer raudos con el botín de todos los deseos de los seres humanos, de todos los que no han podido saber si podrían conseguir uno tan sólo uno de los más deseados en su presente!
-¿Cómo podrían?, .... ¡si hay estrellas fugaces ladronas!
¡Ah, y dices que no piensas!
-Es que me preguntas.
-No siempre los dilemas tienen respuestas, porque las respuestas huyen de todo dilema que las comprometa a ser lo que son, pues no han dejado nunca de mentirse a sí mismas, de ser cobardes todas ellas ante la verdad apabullante que las demanda coherencia o 'mojarse' en su universo de dudas. -Cuando yo era de la vida quien me puso aquí dijo que "viviría para todos los tiempos", pero no es así, como ves todos pasan como pasarás tú en el tuyo y yo estaré sola en el mismo lugar de siempre y sin tiempo para mí... Y no habrá nadie tan loca como tú para contarme cuitas y ninguna como yo para aguantarte como piedra que soy.
Pienso que el tiempo debe ser alguna vez circuncidado, ofrenda para el mundo; dar forma a lo inútil y hemos de vivir un tiempo pactado por el alma antes de la muerte de los cuerpos, considerando que ellos permanecen anclados a una rutina temeraria que se olvida de Dios.
A veces podría ser el tiempo como una cruz de madera o parte de la estrella de David, una media luna en Palestina y hasta todo junto... Esta aura de pensamientos tiende a dejarme desnuda, justifica lo que vivo de una forma osada y se detiene a esperar si sigo rezongando para mí misma.
-Veo que la vida no ha cambiado para nada bueno, que se encara valientemente a la muerte, la única que nos dilata las pupilas hasta apagarse ante el terror de dejar de ver la luz del mundo, porque ha dejado de creer en la verdadera. Ha olvidado el camino. ¿No ves donde estoy y no tengo luz para mis ojos? Cuando tenga la luz verdadera dejaré de ser lo que soy, fría, inanimada por ser de piedra.
¡Ah, amiga estatua!
Como el hielo en los labios de la noche,
como el fulgor entre las pupilas del amor,
hoy me delata un sueño que no te atrevía a dar la cara...
A dar unos pasos, a dejarse llevar de un impulso de vida.
Hoy no sabes que es domingo como otro día más
y ha sonado el mundo en un teléfono cuando lo sentía,
-En tu tiempo no existían estos artilugios necesarios e imprudentes-
Y sin hacer caso, esperaba que otro contestara...
¡Pero dejé que sonara todo el tiempo, sonara y sonara!
Porque se habían enfrentado el olvido y el hastío,
¡era imposible que se entendieran
y que mi corazón estuviese a salvo!
El temor iba y venía alrededor de las palabras,
las voces salían de tono;
cuatro paredes escuchaban endurecidas,
-¡las muy asquerosas ni se inmutaban!-
Todo por el valor que dan los seres humanos al dinero
y la palabra era de llanto dentro, rota canción de todos los tiempos
y ella por más que no quería llevaba repitiéndose.
La memoria desmemoriada siempre está a salvo,
no se la puede contradecir, es básica; anárquica,
siempre lleva la razón y su queja es la valida.
sólo necesita llenarse de estrechas fugaces sin deseos
o, el estómago de lo que más la gusta... Así es feliz.
-¡Pero Ella, estaba allí como estoy yo o tú y todas las estatuas!
Elisa